Huerto en casa
Mariana Gutiérrez, agricultora deseosa
Crecemos y aprendemos mucho cultivando nuestro propio alimento.
Además de tener espacios en nuestra casa o jardín que atraigan a los polinizadores o a las libélulas, podemos tener también en macetas o en la tierra del jardín, nuestro propio huerto en donde cultivemos algo de lo que comemos.
Si nunca has sembrado, cuidado y cosechado tu propio alimento, te recomiendo empezar por sembrar cosas que son de fácil cuidado y que crecen relativamente rápido, para que desde el inicio te sientas segura con lo que estás haciendo y que todos los beneficios de hacer huerta te vayan sorprendiendo de a poquito. Así podrás ir decidiendo qué tanto más deseas sembrar. Y si ya eres alguien que cultiva su alimento, entonces seguro confirmarás estos beneficios, te propongo invitar a más gente a hacerlo.
Desde cubrir la necesidad de algún alimento en casa reduciendo un poco el dinero invertido en comida, hasta mejorar el ecosistema en el que vivimos, cultivar nuestro propio alimento siempre va a ser algo que nos hace aprender mucho y disfrutar diferente la vida.
Poner las manos en la tierra es algo que tenemos muy olvidado y que nuestra parte animal extraña mucho. Por eso a la mayoría de las personas les da mucha felicidad ir de vacaciones a la naturaleza o estar en lugares abiertos. Cuando sembramos, sí o sí vamos a tocar tierra, y es importante que lo hagamos, tanto para conocer el estado en el que se encuentran nuestras plantas, como para llenarnos de los beneficios que nos da “hacer tierra”: funciona como antioxidante (sí, eso que nos dicen que consumamos para seguir viéndonos “bien”), permite la producción de hormonas de la felicidad, mejora nuestro sistema inmune y lo mejor de todo, nos va conectando con los ciclos de la naturaleza de la que somos parte y que a veces ni conocemos.

Manos cargando brotes de alguna planta
Fotografía obtenida de internet
Hay que tener en cuenta la tierra, el agua, la luz, cosas externas que puedan afectar o beneficiar a nuestras plantas. Vamos conociendo cuánto de cada cosa necesita lo que estamos cultivando para que crezca y podamos consumirlo después. Nos recuerda que las cosas llevan tiempo, que nada es tan inmediato como nos han hecho creer en los supermercados o la televisión. Las cosas que valen, requieren de un esfuerzo, de atención, de cuidado y amor para que puedan crecer, florecer y reproducirse.
Conocer cómo es que de una planta “de pronto” nace un fruto que podemos comernos: la germinación de una semilla, el crecimiento de la planta, aparición de una flor que requiere de los polinizadores de los que ya hemos platicado para así empezar a formar el fruto hasta que madura y podemos tomarlo para disfrutarlo. O que debajo de la tierra pasan cosas para que crezca una raíz engrosada color naranja a la que llamamos zanahoria, o bulbos como la papa y el camote. Ver por primera vez el desarrollo de todo eso que comemos pero que nunca habíamos visto crecer, ¡es de las experiencias más hermosas y maravillosas que puede haber!


